La Ciencia "Culto al Avión de Carga"

por Richard Feynman
versión original inglesa
Traducido por R. Alvarez-Fernandez

Discurso de fin de estudios de Caltech en 1974; extraído del libro "Usted se burla, Sr. Feynman" (InterEditions, 1997)


El ESGS agradece a Ediciones Masson/Dunod su autorización para publicar este texto en nuestra web

En la Edad Media había toda clase de ideas tontas, como la de que un poco de cuerno de rinoceronte aumentaba la potencia sexual. Más tarde se descubrió un método para diferenciar las ideas — método que consistía en probarlas una a una para ver si funcionaba y, si no funcionaba, se la eliminaba. Este método se organizó para convertirse, por supuesto, en la ciencia. Y se desarrollaba muy bien, tanto que nosotros nos encontramos ahora en una época científica. De tal manera científica que tenemos dificultades para entender cómo han podido existir los brujos, dado que nada de lo que ellos proponían ha funcionado realmente — o muy poco.

Pero incluso en nuestro días, encuentro a mucha gente que, pronto o tarde, se ponen a hablar de OVNIs o de astrotología, o de cualquier forma de misticismo, de expansión de la conciencia, de nuevos tipos de conciencia, de PES[1], y cosas así. Y yo llegué a la conclusión de que ese no era un mundo científico.

La mayoría de la gente cree en tantas cosas asombrosas que he decidido averiguar el porqué. Y lo que se ha llamado mi curiosidad de investigador me embarcó en dificultades donde había tantas tonterías que me desanimé. Primero empecé por investigar varias ideas y experiencias místicas. Entré en cámaras de aislamiento y obtuve como resultado horas de alucinación, así que conozco algo sobre este asunto. Después, fui a Esalen, que es un foco de este tipo de pensamiento (es un lugar maravilloso que deberías visitar). Entonces me quedé totalmente estupefacto. No me había dado cuenta de CUANTO había.

En Esalen hay algunos grandes baños alimentados por fuentes calientes situadas en una cornisa aproximadamente a diez metros sobre el océano. Una de mis experiencias más agradables fue sentarme en uno de esos baños y ver las olas estrellarse contra la pendiente rocosa de abajo, contemplar el cielo azul por encima, y contemplar a una hermosa mujer desnuda que se instalaba tranquilamente en el mismo baño.

Una vez, me senté en un baño donde había una preciosa chica sentada con un individuo que no parecía conocerla de nada. En seguida me puse a pensar, "¡Vaya! ¿Cómo podría entablar conversación con esta hermosa mujer desnuda?"

Mientras estaba intentando encontrar algo que decirle, el fulano le dijo "Eh, yo estudio masaje. ¿Podría practicar contigo?"

"Naturalmente", dijo ella. Salen del baño y ella se tiende sobre una camilla de masaje, allí mismo.

Yo pensaba "¡Que hermosa historia! Nunca llegará a ocurrirme a mi este tipo de cosas"! Él empieza a amasarle el dedo gordo del pie. "Creo que lo noto", le dice "Una especie de depresión — será la hipófisis?"

Entonces lo dejo escapar: "¡Estás un poco lejos de la hipófisis, tío!"

Me miran horrorizados — me había descubierto — y dicen. "Es reflexoterapia"

Automáticamente cerré los ojos e hice como que meditaba.

Es simplemente un ejemplo del tipo de cosas que me abruman. Yo también estudié la percepción extrasensorial y los fenómenos psíquicos, y el último capricho de Uri Geller, un hombre que se supone que es capaz de torcer llaves a base de frotarlas con su dedo. Así pues, me fui a habitación del hotel, previa invitación suya, para asistir a una demostración de telepatía y torcido de llaves. No consiguió hacer telepatía en absoluto; creo que nadie puede leer mis pensamientos. Y mi hijo sostuvo una llave Geller la frotó y no sucedió nada. Entonces nos dijo que esto funcionama mejor bajo el agua, y ya os podéis imaginar en el baño, la llave bajo el grifo abierto y él que frota la llave con su dedo. Nada ocurrió. Entonces fui incapaz de investigar este fenómeno.

Pero ahora, me he puesto a pensar: ¿En qué otras cosas creemos? (Y entonces pienso en los brujos y lo fácil que hubiera sido desenmascararlos, haciendo ver que nada había funcionado realmente.) Entonces encontré cosas en las que cree un gran número de personas, como por ejemplo que tenemos conocimientos sobre cómo enseñar. Hay grandes escuelas de métodos de lectura, de métodos matemáticos, y cosas así, pero si prestáis atención veréis que las tasas de alfabetización continúan descendiendo — o que apenas suben — a pesar del hecho de que continuamos utilizando a las mismas personas para mejorar esos métodos. Hay un remedio de hechicero que no funciona. Uno debería interesarse en esto; ¿cómo saben que su método debería funcionar? Otro ejemplo es el trato de los criminales. No hemos hecho ningún progreso claro — mucha teoría pero ningún progreso — para disminuir la criminalidad con el método que empleamos para tratar a los criminales.

Y sin embargo, estas cosas son supuestos científicos. Las estudiamos. Y pienso que la gente normal con su buen sentido se siente intimidada por esta pseudo-ciencia. Un profesor que tiene una buena idea sobre cómo enseñar a leer a los niños, se ve obligado por el sistema escolar a hacerlo de una manera determinada — o bien es engañado por el sistema escolar que incluso le hará pensar que su método no es bueno en absoluto. O un padre de chicos problemáticos, después de haberlos disciplinado de una manera u otra, se sentirá culpable para el resto de su vida porque no hizo "lo que había que hacer" según los expertos.

Así pues, deberíamos examinar realmente las teorías que no funcionan, y las ciencias que no son ciencias.

Pienso que los estudios pedagógicos y psicológicos que he mencionado son dos ejemplos que lo me gustaría llamar la ciencia culto al avión de carga. En los Mares del Sur hay gente que practica el culto al avión de carga. Durante la guerra, ellos vieron aterrizar aviones con muchos hombres y cosas y quieren que le sigan llegando las mismas cosas ahora. Así pues, hicieron cosas que se parecen a pistas de aterrizaje, pusieron luces a lo largo de los lados de las pistas, hicieron una cabaña de madera en la que se sienta un hombre, con trozos de madera en la cabeza a modo de casco y bastones de bambú levantados para hacer de antenas — es el controlador — y esperan que aterricen los aviones. Lo hacen todo como tiene que hacerse. La manera perfecta. Recuerda precisamente a lo que era. Pero no funciona. No aterriza ningún avión. Yo le llamo a estas cosas "ciencia culto al avión de carga" porque siguen todos los preceptos aparentes y las formas de investigación científica, pero les falta algo esencial, porque los aviones no aterrizan.

Ahora me corresponde, claro está, deciros lo que falta. Pero será casi tan difícil como explicarles a los isleños de los Mares del Sur cómo deben hacer para llegar a enriquecer su sistema. No es tan sencillo como decirles cómo mejorar la forma de los auriculares. Pero noto que hay una característica que falta generalmente en la ciencia de los aviones de carga. Es una idea que esperamos que vosotros hayáis aprendido durante vuestros estudios científicos en el colegio — nunca decimos explícitamente lo que es pero esperamos que la adquiráis gracias a todos los ejemplos de investigación científica. Es una especie de integridad científica, un principio de pensamiento científico que corresponde a un tipo de honestidad total — un modo de ir un poco más allá de lo estrictamente necesario. Por ejemplo, si hacéis un experimento, deberías informar de todo lo puede invalidarlo — no sólo de lo que pensáis que es justo al respecto: otras causas que podrían explicar vuestros resultados quizás; y las cosas que pensáis haber eliminado mediante algún otro experimento, y cómo ha funcionado — para que otro individuo pueda estar seguro de que fueron eliminados.

Los detalles que podrían arrojar dudas sobre vuestra interpretación deberían ser expuestos, si los conocéis. Debéis hacerlo lo mejor posible — si sabéis que algo es o puede ser falso — para explicarlo. Por ejemplo, si formulais una teoría y habláis de ella, o la publicáis, entonces debéis presentar también todos los hechos que están en desacuerdo con ella, del mismo modo que los que están de acuerdo con ella. También hay un problema más sutil. Cuando habéis reunido muchas ideas para construir una teoría compleja, debéis aseguraros, cuando expliquéis aquello que se le ajusta, que esas cosas no son las únicas que os han dado la idea de esta teoría; sino que la teoría terminada hace surgir algo cada vez más correcto.

En resumen, la idea consiste en dar todas la s informaciones para ayudar a los otros a juzgar el valor de vuestra contribución; no sólo las informaciones que conducen a un juicio en una dirección particular o en otra.

El modo más fácil de explicar esta idea es compararla, por ejemplo, con la publicidad. Ayer por la tarde, escuché que el aceite Wesson no entraba en los alimentos. Efectivamente, es exacto. No es deshonesto; pero de lo que yo hablo no es sólo un asunto de no ser deshonesto; es un problema de integridad científica de otro nivel. El hecho que debería añadirse a esta declaración publicitaria es que ningún aceite penetra en los alimentos, si se opera a una determinada temperatura. Si se trabaja a otra temperatura, todos lo harán — incluido el aceite Wesson. Así pues, es la implicación que se transmite, no el hecho, lo que es verdad y esta es la diferencia que debemos asumir.

Hemos aprendido por experiencia que la verdad acaba pro saberse. Otros experimentadores repetirán vuestro experimento y sabrán si estabais equivocados o teníais razón. Los fenómenos naturales estarán de acuerdo o en desacuerdo con vuestra teoría. Y, aunque pudierais obtener una celebridad y un interés temporal, no ganaríais una buena reputación como científico si no habéis procurado ser prudentes en este tipo de trabajo. Y es esta clase de integridad, este tipo de cuidado de no engañaros a vosotros mismos, lo que falta en buena medida en una gran parte de los investigadores de la ciencia culto al avión de carga.

Una gran parte de sus dificultades vienen, por supuesto, de la dificultad del tema y de la imposibilidad de aplicarle el método científico. Sin embargo, señalemos que no es la única dificultad. Por eso no aterrizan los aviones — pero no aterrizan.

Hemos aprendido mucho por experiencia como tratar ciertas formas de engañarnos a nosotros mismos. Un ejemplo: Millikan midió la carga de un electrón con un experimento sobre la caída de gotas de aceite, y obtuvo un valor que ahora sabemos que no es muy exacto. Era un poco débil porque utilizó un valor inexacto de la viscosidad del aire. Es interesante observar la historia de la medida de la carga del electrón después de Millikan. Si la trazáis como función del tiempo, encontráis que la primera es mayor que la de Millikan, que la siguiente es un poco mayor, que la siguiente lo es aún más, hasta llegar finalmente a un valor más elevado que todos los anteriores.

¿Por qué no han descubierto el valor más elevado de toda la serie? Esta historia es algo que avergüenza a los científicos porque parecía que la gente hace cosas de esta clase: cuando obtuvieron un valor que era muy superior al de Millikan, pensaban que algo debía ser falso — y buscaron y encontraron una razón para explicar que algo era falso. Cuando obtuvieron un número cercano al valor de Millikan, no miraron más. Así, eliminaron los números demasiado alejados y otras cosas por el estilo. Nosotros aprendimos esos trucos en nuestros días y ahora no tenemos ya esta enfermedad.

Pero esta larga historia de aprender a no engañarnos a nosotros mismos — de tener una integridad científica total — es, lamento decirlo, algo que no hemos incluído en ningún curso que yo sepa. Esperamos justamente de vosotros que lo hayáis adquirido por ósmosis.

El primer principio es que no debéis engañaros a vosotros mismos — y vosotros sois la persona más fácil de engañar. Así que debéis ser muy prudentes en este asunto. Después de que no os engañéis a vosotros mismos, es fácil no engañar a otros científicos. Basta luego con ser honesto de una manera convencional.

Me gustaría añadir algo que no esencial para la ciencia, pero algo que creo finalmente, que es que vosotros no deberíais engañar a los profanos cuando habláis de manera científica. No trato de deciros lo que tenéis que hacer cuando engañáis a vuestra mujer o a vuestra amiguita, o alguien de esa clase, cuando no intentáis ser un científico, sino un ser humano normal. Dejaremos estos problemas para vosotros o para vuestro rabino. Hablo de un tipo específico, suplementario de integridad que consiste en no mentir, sino en ir aún más lejos para mostrar cómo podrías estar equivocado, que deberíais tener cuando actuáis como científicos. Y es responsabilidad nuestra en tanto que científicos, ciertamente de cara a otros científicos, e igualmente, creo, de cara los profanos.

Por ejemplo, me quedé un poco sorprendido hablando con un amigo que iba a hablar en la radio. El estudia cosmología y astronomía, y se preguntaba cómo iba a explicar cuáles eran las aplicaciones de sus investigaciones. "Pues vien", le dije, "no las hay". El dijo, "Sí, pero entonces no recibiremos subvenciones por nuestras investigaciones". Pienso que esto es un poco deshonesto. Si os presentáis como científicos, entonces deberías explicar a los profanos lo que hacéis — y si no os sostienen en esas circunstancias, entonces es su propia decisión.

He aquí un ejemplo de este principio. Si habéis decidido comporbar una teoría, o explicar una idea, deberíais decidir publicar los resultados, cualesquiera que sean en definitiva. Si no publicamos más que los resultados favorables, podemos hermosear la realidad. Debemos publicar los DOS tipos de resultados.

Digo que es importante también cuando deis alguna clase de consejos al gobierno. Imaginad que un senador viene a pediros un consejo para saber si hay que hacer una perforación petrolífera en su estado y que llegáis a la conclusión de que sería mejor hacerla en otra parte. Si no publicáis este resultado, me parece que no dais un consejo cinetífico. Sois manipulados. Si vuestra respuesta va en el sentido del gobierno y de los políticos, pueden utilizarla como una argumento a su favor, si no, no la publican en absoluto. Eso no es dar un consejo científico.

Otros tipos de errores son más característicos de una ciencia mediocre. Cuando yo estaba en Cornell, discutí a menudo con la gente del departamento de psicología. Una de las estudiantes me dijo que que quería hacer un experimento del estilo: otros habían descubierto que en ciertas circunstancias, X, las ratas hacían algo, A. Ella tenía curiosidad por saber si continuarían haciendo A si cambiaba la circunstancia a Y. su propósito era pues realizar el experimento en las circunstancias Y ver si aún hacían A.

Le expliqué que primero era necesario repetir en su laboratorio el experimento de la otra persona — hacerlo en las condiciones X para ver si podía obtener también el resultado A, y sólo en ese momento cambiar a Y y verificar si A había cambiado. Entonces sabría si la verdadera diferencia era lo que ella creía tener bajo control.

Estaba encantada con esta nueva idea, y se fue a ver a su profesor. Y su respuesta fue, no, no puedes hacer eso, porque el experimento ya fue realizado y perderías el tiempo. Era más o menos en 1947 y parecía que la política general era entonces no intentar repetir experimentos psicológicos, sino sólo cambiar las condiciones y ver qué ocurría.

En nuestros días, existe el peligro de que pasa algo semejante, incluso en el reputado terreno de la física. Me sublevó oír hablar de un experimento realizado en el gran Laboratorio del Acelerador Nacional (NAL) por alguien que utilizaba deuterio. Para comparar sus resultados con el deuterio con los del hidrógeno simple, tuvo que utilizar los datos del experimento de alguna otra persona con hidrógeno simple, que había sido llevado a cabo en otro tipo de aparato. Cuando se le preguntó por qué, dijo que era porque no podía conseguir tiempo suplementario para ese proyecto (porque hay tan poco tiempo y es un aparato tan caro) para hacer el experimento con el hidrógeno simple en esa máquina, porque no habría ningún nuevo resultado en absoluto. Y así los responsables de los proyectos del NAL están tan ávidos de nuevos resultados, para tener más dinero para mover la tienda por motivos de relaciones públicas, que destruyen — tal vez — el interés de los propios experimentos que son el objetivo último del asunto. Es a menudo duro para el experimentador llevar a cabo su trabajo tal como lo exigiría su integridad científica.

No todos los experimentos psicológicos son sin embargo de esta clase. Por ejemplo, hubo muchos experimentos con ratas, circulando por toda clase de laberintos, y así consecutivamente — con resultados poco claros. Pero en 1937, un hombre llamado Young llevó a cabo un experimento interesante. Había fabricado un largo pasillo con puertas todo a lo largo, por el lado por donde entraban lar ratas, y otras puertas del otro lado, con comida detrás de una de ellas. Quería saber si podía entrenar a las ratas a ir hacia la tercera puerta de abajo, independientemente del lugar de donde salieran. Pues bien, no. Las ratas iban siempre a la puerta donde la comida estaba antes.

La pregunta era, ¿cómo sabían las ratas si el pasillo había sido construido de manera tan notable y tan uniforme, que era la misma puerta que antes? Evidentemente, esa puerta tenía algo diferente de las demás. Se pintaron entonces las puertas con todo cuidado, colocando las texturas de la cara de las puertas de manera idéntica. Sin embargo, las ratas todavía podían notar la diferencia. Entonces se pensó que las ratas tal vez olían la comida, y se emplearon productos químicos para cambiar el olor después de cada ensayo. Pero las ratas siempre podían captar la diferencia. Entonces se dieron cuenta de que las ratas podían ser capaces de situarse según las luces y la disposición del laboratorio, como todo persona sensata. Así que se recubrió el pasillo pero aún así las ratas podían ver la diferencia.

Por fin encontraron que podían reconocer el sonido del suelo mientras corrían por encima. Y eso no se podía corregir más que colocando su pasillo en arena. Así, eliminó uno a uno todos los indicios posibles y finalmente, pudo engañar a las ratas para que aprendieran a ir hacia la tercera puerta. Si hubiera relajado una condición cualquiera, las ratas podían notar la diferencia.

Ahora, desde un punto de vista científico, esta es una experiencia A1. Es el experimento que hace comprensibles los experimentos de ratas en laberintos, porque pone al descubierto los indicios que la rata utiliza verdaderamente — no los que vosotros creéis que utiliza. Y es el experimento que os dice qué condiciones precisas utilizar para ser prudente y controlarlo todo en un experimento con ratas de laberinto.

Yo investigué las consecuencias de estas investigaciones. El experimento siguiente, y el de después, no se refirió jamás a M. Young. No utilizaron ninguno de sus criterios, como poner el pasillo en arena, o ser muy prudente. Continuaron haciendo correr a las ratas como siempre y no prestaron atención ninguna a los grandes descubrimientos de M. Young y nadie mencionó sus artículos, porque no hay nada que descubrir respecto a las ratas. Pero no prestar atención a experimentos de este estilo es un ejemplo característico de la ciencia culto al avión de carga.

Las experiencias de PES de M. Rhine y de otros, son un ejemplo suplementario de esto. Como varias personas han hecho críticas — e hicieron también crítica de sus propios experimentos — mejoraron las técnicas a fin de que los efectos fueran cada vez más débiles hasta que desaparecían progresivamente. Todos los parapsicólogos buscan una experiencia que pueda ser repetida — que se pueda volver a hacer el mismo efecto — incluso estadísticamente. Hacen trabajar a un millón de ratas — no, esta vez son personas — y hacen un montón de cosas y obtienen un cierto efecto estadístico. La vez siguiente, lo intentan y no lo consiguen. Y ahora dais con una persona que pretende que es una exigencia poco razonable buscar una experiencia que se pueda repetir. ¿Es ciencia, eso?

Este hombre también habló de un nuevo establecimiento, en un discurso en el que anunciaba su dimisión de su puesto de Director del Instituto de Parapsicología. Y, mientras decía a la gente qué hacer a continuación, dijo que una de las cosas que se debían hacer es asegurase de entrenas sólo a los estudiantes que han mostrado su capacidad de aportar resultados PSI suficientemente significativos — no malgastar el tiempo con estudiantes ambiciosos e interesados que sólo obtienen resultados al azar. Es muy peligroso tener una política semejante en la enseñanza — enseñar a los estudiantes cómo obtener sólo determinados resultados más que hacer un experimento con integridad científica.

Así pues no os deseo más que una cosa: la fortuna de permanecer en un lugar donde os sintáis libres para mantener la clase de integridad que he descrito, y donde no os sintáis forzados a perderla por la necesidad de conservar vuestro lugar en la jerarquía, vuestros apoyos financieros, o cosas semejantes. Que tengáis esa libertad.


[1] Percepción Extra-sensorial (nota del traductor)